Riesgos de la automedicación en los niños.

Automedicación es administrar cualquier medicamento-remedio sin consultar al médico/especialista, y que en el caso de los niños, donde su cuerpo todavía no está completamente desarrollado y los medicamentos son procesados de forma diferente que en el adulto esta práctica implica riesgos a la salud.

La automedicación es administrar medicamentos, remedios caseros o remedios naturistas por iniciativa propia y sin acudir al médico, algo que en nuestro país es visto con gran normalidad, ya sea por recomendación de algún familiar o vecino, experiencia personal o reutilizando alguna receta, sin embargo esta práctica podría presentar algunos riesgos a la salud.

Los niños, las embarazadas y los adultos mayores, son las personas con más alto riesgo de presentar efectos negativos cuando se auto-medican, ya que en el caso de los niños su cuerpo no está completamente desarrollado y los medicamentos son procesados de manera diferente que en un cuerpo adulto, por esto es necesario que el médico recete/supervise el tratamiento y que la dosis sea calculada dependiendo al peso del niño y edad. Dar medicamentos incorrectos y/o dosis equivocadas puede ocasionar efectos graves en la salud del niño, e incluso, la muerte.

Los medicamentos de origen natural igual pueden causar daño en niños, un ejemplo es el té de anís estrellado, un té popular para quitar cólicos de los bebés y aumento de producción de leche en la lactancia, este té tiene dos variantes, una de las cuales es tóxica y fácilmente confundida, que puede ocasionar convulsiones, somnolencia, diarrea, vómito y/o falla respiratoria.

Hay que tener en cuenta que un medicamento puede ocasionar reacciones adversas y/o también puede haber efectos secundarios que son todos los efectos no deseados que causan las medicinas, aún en dosis y en edades correctas, pero éstos se presentan más frecuente si la dosis/edad no es correcta.

Algunos riesgos de automedicación se enlistan a continuación:
• Intoxicaciones pediátricas, siendo común que esto sea por ingesta accidental, por ejemplo que el niño confunda los medicamentos con dulces, aquí la relevancia de que los medicamentos no se dejen al alcance de los niños.

• Confusión de síntomas de la enfermedad con otros padecimientos, un ejemplo es un niño con dolor abdominal severo, vómito y fiebre que es fácilmente confundido por los padres con una infección gastrointestinal, a la que se administran al niño algún medicamento para la fiebre, como paracetamol, o para el vómito como butilhioscina, que a la vez quitan o disminuyen el dolor, pero podrían ocultar un cuadro de apendicitis a la exploración física por un médico.

• Resistencia a los antibióticos. Cada vez que tomamos antibióticos las bacterias sensibles mueren, sin embargo algunas se transforman volviéndose resistentes a ese antibiótico, multiplicándose y propagándose a otras personas. El uso indiscriminado de los antibióticos para enfermedades que no lo requieren (automedicación con antibióticos en resfriados y gripes por virus) y el que no se sigan los esquemas completos de tratamiento (saltar dosis, o no completar los días indicados por el médico) ha aumentado estas bacterias resistentes. Imagínense el grave problema al que nos enfrentamos ya que esta resistencia bacteriana está alcanzando a la ciencia dificultando los tratamientos.

• Riesgos de analgésicos y antipiréticos. En enfermedades ocasionadas por virus como por ejemplo varicela o gripe, cuando se les da a niños menores de 14 años, ácido acetilsalicílico [Aspirina] para quitar las molestias de dolor de cabeza o fiebre, se ha visto en algunos casos un síndrome llamado Reye, donde hay daño en hígado y cerebro ocasionando síntomas como náuseas, vómitos, convulsiones o parálisis de brazos y piernas, llegando en ocasiones a coma o daño cerebral permanente.

Lo más importante en cuestiones de salud, es la prevención de enfermedades, esto se logra con el lavado constante de manos, adecuada alimentación e ingesta de agua (mantener el aporte de vitaminas mediante frutas y verduras), adecuada higiene en la preparación de alimentos, así como en la higiene personal (lavado de dientes, baño y cambio de ropa diario, rutinas de sueño bien establecidas, etc.), y en la medida de lo posible evitar ambientes tóxicos. Estas medidas hacen que el sistema de defensas de nuestro cuerpo sea lo suficientemente fuerte para combatir con los virus y bacterias causantes de enfermedades, previniendo complicaciones, disminuyendo los gastos en consultas médicas y la necesidad de toma de medicamentos.

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