Cuando los niños no quieren comer, diversas causas pueden estar en juego, incluyendo factores físicos, emocionales y psicológicos. La tristeza, la ansiedad o un cambio significativo en la vida del niño pueden ser desencadenantes de su falta de apetito. Si esta situación es temporal, es aconsejable permitir que se resuelva por sí sola. Sin embargo, si con el tiempo observamos que afecta su bienestar, es necesario consultar con el pediatra.

A continuación, se presentan algunas causas específicas que podrían estar contribuyendo a que tu bebé no quiera comer:

  1. La atención: En ocasiones, los adultos prestamos más atención al niño cuando muestra conductas problemáticas, como escupir la comida. Esto puede llevar a una dinámica de atención no deseada. En lugar de caer en este juego, es recomendable no darle excesiva atención cuando se niega a comer. Lo más probable es que, después de unas horas, sienta hambre y esté más dispuesto a comer.
  2. El modelo a seguir: Los niños aprenden en gran medida por imitación. Observan lo que hacen sus padres y hermanos y tienden a imitar su comportamiento. Por lo tanto, es importante que los adultos establezcan buenos hábitos alimenticios como ejemplo.
  3. El ambiente: Evita distraer al niño durante las comidas, como ponerlo frente a la televisión o darle muchos juguetes. El entorno debe ser lo más tranquilo posible, sin distracciones, para que el niño pueda concentrarse en comer. Desde los seis meses en adelante, es útil proporcionarle objetos como servilletas, cubiertos y platos para que se acostumbre a su uso durante las comidas.

 

Para fomentar un hábito alimenticio saludable, aquí tienes algunas recomendaciones adicionales:

  • Establecer horarios regulares para las comidas.
  • Designar un lugar específico para comer, como la cocina o el comedor.
  • Asegurarse de que en el lugar donde el niño coma haya los utensilios necesarios, como servilletas, plato y cubiertos.
  • Evitar que el niño realice actividades distractores mientras come, como jugar o ver la televisión.
  • No forzar al niño a comer; permitir que desarrolle una relación positiva con la comida y que experimente con nuevos alimentos cuando esté listo.

Presionar al niño para que coma alimentos que no le gustan no suele ser efectivo. Para los niños pequeños, ofrecer alimentos que puedan comer con las manos y que sean apropiados para su edad puede ser beneficioso. Además, es fundamental tener paciencia durante el proceso de aprendizaje, ya que es normal que los niños se ensucien y necesiten tiempo para adquirir habilidades de coordinación.

Recuerda que cada niño tiene su propio ritmo, y respetar su tiempo contribuirá a construir una relación saludable con la comida y a proporcionarle una alimentación equilibrada a lo largo del tiempo.