¿Cuánto duerme tu hijo? La clave para un desarrollo saludable y equilibrado
¿Por qué son tan importantes las horas de sueño?
El sueño es esencial para el desarrollo integral de los niños, impactando su bienestar físico, cognitivo y emocional. Durante la primera mitad de la noche, mientras los niños duermen profundamente, se libera la hormona del crecimiento (somatotropina). Esta hormona es fundamental para el crecimiento físico, ayudando a los niños a alcanzar su peso ideal y a lograr hitos de desarrollo importantes, como el gateo y la marcha.
Un descanso adecuado también juega un papel crucial en la retención de la memoria y en la capacidad de concentración. Estas habilidades son indispensables para el aprendizaje, la exploración y el desarrollo de nuevas habilidades. Además, durante el sueño, el sistema inmunológico se fortalece, lo que ayuda al cuerpo a combatir enfermedades de manera más efectiva y reduce la frecuencia con la que los niños se enferman.
Más allá de los beneficios físicos, el sueño regular y estructurado contribuye significativamente al bienestar emocional y psicológico. Una rutina de sueño consistente proporciona seguridad y estabilidad, lo que ayuda a los niños a manejar el estrés y la ansiedad de manera más efectiva. Las rutinas de sueño crean un entorno predecible y reconfortante que fomenta la seguridad emocional y el equilibrio psicológico.
¿Cómo se desarrolla el sueño en los niños?
Desde las primeras semanas de vida, los bebés comienzan a desarrollar su ciclo circadiano, conocido como el “reloj interno” del cuerpo. Este proceso es crucial porque permite a los bebés empezar a distinguir entre el día y la noche. La exposición a la luz natural durante el día es esencial para este desarrollo, ya que facilita la liberación de melatonina, una hormona que regula el ciclo del sueño.
Con el tiempo, el ciclo circadiano se ajusta y los bebés empiezan a establecer patrones de sueño más predecibles. Esto incluye siestas regulares por la mañana, al mediodía y por la tarde. Para cuando el bebé alcanza los seis meses, es común que estas siestas ya estén bien establecidas y sean parte de una rutina diaria.
Un enfoque efectivo es llevar un registro de los horarios de sueño del niño. Anotar las horas en las que duerme y se despierta puede ayudar a mantener una rutina consistente. Respetar estos horarios y asegurarse de que las siestas se tomen a las mismas horas cada día ayuda a establecer una rutina de sueño que es beneficiosa tanto para el desarrollo del niño como para la estabilidad familiar.
Ciclo del sueño
El sueño se organiza en ciclos de aproximadamente 90 minutos, que incluyen cinco fases distintas:
- Fase 1: Sueño ligero: En esta etapa inicial, el niño puede despertarse fácilmente, ya que el cuerpo está comenzando a relajarse.
- Fase 2: Sueño ligero profundo: La profundidad del sueño aumenta, y el cuerpo está en un estado de relajación más profundo. El niño se despierta con menos facilidad.
- Fase 3: Sueño profundo: Esta es la etapa de mayor descanso físico y mental. Es más difícil despertarse durante esta fase, que es crucial para la recuperación y el crecimiento.
- Fase 4: Sueño profundo: Similar a la fase anterior, esta etapa proporciona el mayor nivel de descanso y recuperación.
- Fase REM (Movimiento Ocular Rápido): Durante esta fase, ocurren los sueños y se producen procesos importantes para la consolidación de la memoria y el aprendizaje.
Completar un ciclo de sueño completo durante una siesta permite que el niño aproveche al máximo sus horas de vigilia, contribuyendo a un mejor aprendizaje y exploración del mundo.