FUNDAMENTOS
La ciencia del siglo XXI evidencia la corresponsabilidad para garantizar a todos los niños pequeños, lo antes posible, una base sólida de relaciones responsivas, experiencias de aprendizaje positivas y entornos seguros para que puedan convertirse en adultos resilientes capaces de desempeñarse en las responsabilidades laborales, ciudadanas y parentales de la siguiente generación.
La ciencia señala que los primeros tres años de vida son cruciales para el desarrollo cerebral de los seres humanos; éste triplica su tamaño debido a las conexiones neuronales que se generan a partir de las experiencias e interrelaciones que viva el pequeño durante este tiempo.
- Los primeros años son la oportunidad para cimentar al desarrollo infantil. La importancia de las interacciones receptivas con adultos atentos significa que las buenas prácticas parentales son fundamentales para el desarrollo cerebral y la creación de una base sólida para el futuro del niño.
- La interacción responsiva se refierme a: una sonrisa afectuosa, un abrazo reconfortante, jugar a esconderse y reaparecer para hacer reír al bebé, dialogar haciendo eco al balbuceo, participar en actividades que estimulen su mente e imaginación. A velar por que los niños tengan la mejor nutrición y salud posible. A brindarles protección contra la violencia o el abandono y el estrés tóxico
- Estas acciones relativamente sencillas tienen un impacto tan profundo en su desarrollo a corto y largo plazo, en su educación y en sus futuros éxitos que hace que cada momento al lado de tus hijos sea la labor más importante y trascendente de tu vida como padre.
- Para los niños, la desigualdad de oportunidades dede el comienzo de la vida se manifiesta en logros y capacidades diferentes.
- Contribuye a la reproducción intergeneracional de la pobreza y desigualdad.
- Las diferencias en un comienzo sólido se agravan rápidamente y resulta más difícil superarlas a medida que pasa el tiempo.
- Para las madres y cuidadoras tiene efectos en equidad de género, inclusión laboral y autonomía.
https://www.unicef.org/es/desarrollo-de-la-primera-infancia
- La inversión en primera infancia tiene un impacto en el desarrollo de capacidades, la reducción de riesgos y la productividad de largo plazo con mayor relación de costo-efectividad que la inversión en cualquier otro grupo de edad.
- La tasa de rentabilidad que supone la inversión en programas en la primera infancia puede llegar a más del 13%. (Entre 9 y 17 pesos por cada peso invertido, dependiendo de la población con la que se trabaje.
- Mejoran los resultados en educación y salud, bajan las tasas de delincuencia y de adicciones eliminando costos importantes a la sociedad.
- Aumentar los ingresos individuales de los adultos hasta en un 25%.
- Beneficia a los países, ya que les permite contar con capital humano más competente y mejor preparada para afrontar los retos de una economía digital a escala mundial.
- Rendimiento de la inversión en capital humano en distintas etapas de la vida.
- Todos los niños tienen derecho a un comienzo favorable en la vida. Derecho a gozar de una buena nutrición, salud y de entornos seguros y enriquecedores que les brinden la oportunidad de desarrollar todo su potencial y de extraer las enseñanzas oportunas.
- Cuando estas circunstancias se dan en todos los niños, comunidades enteras pueden crecer, progresar y crear un futuro sostenible para las generaciones venideras.
- Los padres y cuidadores son la primera línea de defensa contra los peligros del estrés tóxico. Al brindar atención, cuidados y consuelo al niño, le ayudan a controlar el estrés que genera una situación peligrosa. En este entorno afectuoso, los efectos del estrés tóxico en el cerebro pueden atenuarse.
- Sabemos con certeza que las condiciones de vida en los primeros años —vida intrauterina y la temprana infancia— influyen de futuro en condiciones físicas como: enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes tipo II, problemas mentales, obesidad y envejecimiento, entre otros.
La interacción del niño con amor, juegos, comunicación, canciones y lecturas por parte de un adulto afectuoso durante sus primeros años de vida no es tan sencilla como parece. Tiene una importante función neurológica. Las interacciones responsivas contribuyen a fortalecer el desarrollo cognitivo, físico, social y emocional. Los neurólogos lo denominan “receptividad mutua”.