Etiquetas ¿Cómo le hablas a tus hijos?

Alguna vez te dijeron o escuchaste: “eres el mejor”, “eres un campeón”, “el más guapo o guapa”, “bueno para nada”, “flojo”, “chillón”, “hiperactivo”, “cochino”, etc.

Estas son ETIQUETAS que muchas veces les decimos a nuestros hijos o hijas, sin pararnos a pensar ¿Qué estamos diciendo?, así como podemos pensar que estas “palabras” no afectan, estas equivocado, repercuten mucho en el niño.

Existen etiquetas positivas o negativas y califica a toda la persona en base a su conducta en un momento dado. Y tras repetirla constantemente, el niño asume que esa etiqueta es la que le define, llegando incluso a marcar su forma de ser y actuando como los demás esperan de él. 

Las etiquetas negativas desaprueban al niño y, por lo general, se ponen como una respuesta desesperada del adulto. Es decir, ante una conducta que nos preocupa o nos irrita, los padres actuamos etiquetando o encasillando.

 

Por ejemplo, el niño que crece con la etiqueta de “bueno para nada” acaba asumiendo que no tiene cualidades para hacer las cosas bien o habilidades para comprender las cosas. Su autoestima se ve mermada, rechaza esforzarse y actúa en base a lo que los demás esperan de él.

De este modo, cada vez que este niño deba enfrentarse a una situación, la etiqueta de “bueno para nada” impuesta por otros aparecerá para recordarle que no va a ser capaz de lograrlo, provocándole frustración, ansiedad, apatía, rabia, desgana, rendición…

Las etiquetas negativas son aquellas que realizan de manera exagerada alguna cualidad o habilidad del niño. Los padres solemos utilizarlas con ánimo de halagar, animar o reforzar su autoestima, pero son igual de dañinas que las anteriores, pues el niño acaba actuando para conseguir la aprobación de los demás.

Por ejemplo, el niño con la etiqueta de “campeón”, acaban asumiendo que siempre serán los campeones en todo, en la escuela, en el deporte que realiza, en el jugo con los amigos etc.

De este modo cada vez que el niño se presente ante una situación y no logre ser el primero o el campeón entrara en ansiedad, enojo, y poca tolerancia a la frustración. Pensando qué es el peor por no lograr ser el campeón.

Las etiquetas afectan tanto al niño que las recibe y el adulto que las impone, ya que mermamos la autoestima del niño y los encasillan, por más que ellos realicen esfuerzos por quitarla si se les repite una y otra vez difícilmente desaparecerá. El adulto que encasilla y etiqueta, vera, tratará y se dirigirá a ese niño solo en base a su etiqueta, pasando por alto otras cualidades.

Cuando pasa esto nos perdemos de muchos aspectos de la personalidad de nuestros hijos cuando los etiquetamos los tenemos tan “etiquetados” que ignoramos muchas virtudes a las que nunca conoceremos.

 

¿CÓMO ELIMINAR LAS ETIQUETAS DE NUESTRAS VIDAS?

Eliminar las etiquetas no es nada fácil, pues la tenemos tan arraigada en nuestras vidas que es difícil decirles adiós de un día para otro. Pero podemos trabajarlo con los siguientes pasos:

  1. Podemos empezar a hacer un ejercicio de reflexión profundo, para darnos cuenta de ello. El primer paso es darse cuenta de que les estamos poniendo etiquetas.
  2. Concéntrate en su acción y no en su carácter, por ejemplo: el niño que olvida hacer sus deberes escolares no es un «desastre» ni un «despistado». Simplemente olvida ese aspecto de su vida en un momento dado. El día que no lo haga refuerza ese comportamiento con frases como: «He visto que hoy has hecho tus deberes y estás más atento”
  3. Lo más importante escucha al niño y valida siempre sus emociones.

Recuerda estas a tiempo de cambiar las cosas y criar a un niño o niña con una fuerte autoestima.