Sistema vestibular y propioceptivo

Además de los cinco sentidos clásicos (tacto, vista, gusto, olfato y oído), existen otros dos, pero igualmente importantes: La propiocepción y el sistema vestibular. Los cinco sentidos clásicos, son sentidos externos, procesan información del exterior del cuerpo. La propiocepción y el sistema vestibular son sentidos internos y procesan información desde el interior del cuerpo.

El sistema vestibular es nuestro sentido del equilibrio y movimiento. Utiliza información del líquido de nuestro oído interno para dejarnos saber la posición general de nuestro cuerpo, ya sea que estemos en movimiento o no, y si nos estamos moviendo con qué rapidez y en qué dirección lo hacemos.

El sistema vestibular nos ayuda a:

  • Orientarnos en el espacio.

Nos dice la posición de nuestra cabeza, para que sepamos si estamos erguidos, inclinados hacia atrás, acostados, boca abajo, etc.

  • Mantener el balance 

Cada vez que cambiamos de posición, el fluido de nuestro oído interno se mueve. El cerebro rastrea ese movimiento y le dice a nuestro cuerpo cómo cambiar para mantener el equilibrio. Es así como no nos caemos, al mover la cabeza hacia atrás mientras nos damos una ducha, o nos inclinamos para alcanzar algo, o saltamos sobre un charco, entre otros.

  • Sentirnos seguros mientras nos movemos

Nos hace sentir seguros mientras corremos, nos balanceamos o simplemente al bajarnos de la cama cuando nos levantamos.

  • Coordinar el movimiento mano-ojo 

Dependemos de nuestro sistema vestibular para actividades como copiar del tablero, ver una película o leer.

  • Coordinar ambos lados de nuestro cuerpo 

Cuando estamos caminando, manejando un carro, cortando con tijeras o montando una bicicleta, nuestro sistema vestibular nos ayuda a mantener el equilibrio, mientras tanto, nuestro sentido propioceptivo nos dice cómo usar cada una de las partes del cuerpo involucradas en la actividad.

El Sistema vestibular y su desarrollo

El sistema vestibular comienza a desarrollarse en el útero. Al nacer cualquier movimiento que cambie la posición del bebé, que lo balancee, darle la vuelta, ponerlo a saltar, mecerlo o darle vueltas suavemente estimula y fortalece su sistema vestibular. Esto lo prepara para un desarrollo vestibular saludable.

Estimular el sistema vestibular también desarrolla el tono muscular, porque le enseña al bebé que músculos debe estabilizar para mantener su cuerpo equilibrado en diferentes posiciones.

Desde que nace hasta la niñez, todo tipo de movimiento como ser mecido, impulsado en un columpio suavemente, darse la vuelta, gatear, caminar, correr y trepar, proporcionan información para un sistema vestibular saludable.

Algunos niños tienen dificultades para procesar la información que da el sistema vestibular. Los signos que estos bebés o niños presentan son: una reacción negativa e intensa a los cambios en la posición del cuerpo, tienden a tener la cabeza inclinada hacia atrás, retraso en el cumplimiento de los logros de desarrollo, tener miedo a gatear, caminar o subir escaleras sin ayuda de un adulto, inquietud constante, dificultad de concentración, dificultad de realizar actividades de motricidad fina (incluyendo el seguimiento con los ojos). Si observas alguno de estos comportamientos de manera sistemática, consulta con tu pediatra o un terapista ocupacional pediátrico para que te oriente.

Apoyando el sistema vestibular de tu pequeño

Un sistema vestibular fuerte se desarrolla a través del movimiento, ¡así que mantén a tu pequeño en movimiento! A tu recién nacido ponlo boca abajo y a medida que crece déjalo que practique dar la vuelta y sentarse. Mece a tu bebé, baila con él, ponlo a saltar sobre tus piernas y suavemente dale vueltas. Sigue a tu gateador por toda la casa, cuando ya esté caminando, persíguelo en el parque.

Sistema propioceptivo

La propiocepción es el término que reúne todas las condiciones que “le dicen al cerebro cuándo y cómo los músculos están contrayéndose o estirando, y cuándo y cómo las articulaciones se están doblando, extendiendo o siendo traccionadas o comprimidas. Esta información permite al cerebro saber dónde está cada parte del cuerpo y cómo se está moviendo” (Blanche 2011).

La propiocepción nos habilita para saber cuál es la orientación espacial de nuestro cuerpo, la posición en la que se encuentra una determinada parte del cuerpo sin tener que verla, por ejemplo, nos permite saber si tenemos las piernas cruzadas en este momento, aunque no las podamos ver porque están debajo de la mesa. Además, tiene relación con la fuerza que realizan nuestros músculos y la coordinación de movimientos y su velocidad, ajustar la posición para mantener una postura óptima y así poder llevar a cabo tareas relacionadas con actividades de la vida diaria. Por ejemplo, para realizar la acción de comer con éxito, el sistema propioceptivo nos informa que primero necesito ajustar mi postura al sentarme en la silla, manteniendo los pies apoyados en el suelo y la espalda en el respaldo, después ajustar la posición de mi mano y la fuerza empleada para sostener la cuchara y a continuación controlar la velocidad y dirección del movimiento de mi brazo para llevármela a la boca sin que caiga el alimento.

Por tanto, el sistema propioceptivo interviene en acciones tan importantes como la coordinación de los movimientos, el ajuste del tono muscular, graduar la fuerza, el control postural, praxis motora, las funciones

Algunos tips para favorecer la propiocepción:

Las estrategias que se enumeran a continuación son orientativas, deben seguirse respetando y teniendo en cuenta el estado emocional y evolutivo en el que el/la niño/a se encuentre.

  • Realizar circuitos en casa que impliquen actividades corporales como trepar, saltar, arrastrarse, rodar, hacer flexiones…
  • Acudir a parques de ocio infantiles con piscinas de bolas, túneles, toboganes, cuerdas…
  • Pedirle, siempre que sea posible, que nos ayude a mover objetos pesados o empujar cosas como las sillas o el mobiliario de la casa (retirar sofás o mesas cuando haya que barrer o aspirar).
  • Lanzar pelotas a canasta colocando algo de peso en sus brazos.
  • Ayudar en la compra llevando la cesta con productos de peso o colaborar en empujar el carrito.
  • Actividades acuáticas como nadar en la piscina.
  • Jugar a los “abrazos de osos”, a aplastarse con cojines grandes, con mantas de peso…
  • Caminar por superficies inestables o con terreno abrupto que impliquen gran esfuerzo muscular.
  • Utilizar plastilina para aplastarla, haciendo fuerza con sus manos y para pellizcarla, haciendo fuerza con sus dedos.
  • Los masajes con presión.
  • Hacer juegos de percepción corporal sin utilizar la vista, por ejemplo, averiguar en qué parte del cuerpo se le ha tocado, en qué posición se encuentra su brazo, que se toque su nariz…

 

Bibliografía:

Ayres, J. (1998). La integración sensorial y el niño. Méjico: Trillas.

Blanche, E. (2011). Apuntes del curso 1 de la Formación Oficial de Integración Sensorial, Aytona.

https://autismodiario.org/2015/06/20/comprendiendo-la-propiocepcion/

Navarro Amat S. (2015). La terapia ocupacional basada en el enfoque de integración sensorial, FSI 4:34-36.

https://babysparks.com/es/2019/02/22/your-babys-vestibular-system/