Interacciones de servir y devolver.

Las interacciones de “servir y devolver” forman la arquitectura del cerebro. Cuando un bebé o niño pequeño balbucea, gesticula o llora, y un adulto responde apropiadamente con contacto visual, palabras o un abrazo, se crean y fortalecen las conexiones neuronales en el cerebro del niño que apoyan el desarrollo de las habilidades sociales y de comunicación. Al igual que un animado juego de tenis, voleibol o ping-pong, este ir y regresar es divertido y fomenta la creación capacidad. Cuando los cuidadores son sensibles y receptivos a las señales y necesidades de un niño pequeño, proporcionan un ambiente rico en experiencias de “servir y devolver”.

Debido a que las relaciones receptivas son esperadas y esenciales, su ausencia es una amenaza grave para el desarrollo y el bienestar del niño. Si las respuestas de un adulto a un niño son poco confiables o inapropiadas, o simplemente son ausentes, el desarrollo de la arquitectura cerebral puede verse afectada y posteriormente afectar la salud mental, física y emocional.

La ausencia persistente de interacciones de “servir y devolver” son un golpe para el desarrollo saludable: no solo el cerebro no recibe la estimulación que necesita, sino que activa la respuesta del estrés del cuerpo e inunda el cerebro en desarrollo con hormonas de estrés potencialmente dañinas.

5 pasos que propone Harvard para trabajar la interacción “Servir y Devolver”