¿Qué es un berrinche?

Un berrinche es una manera inmadura de expresar ira o enojo, pero nos muestra que nuestro pequeño está formando su personalidad y comenzando con su independencia. Si tu hijo no muestra ira o enojo cuando se le niega algo, le quitan sus juguetes y no se defiende, hay más razones para preocuparse. 

Todos los niños hacen berrinches, pero la época en que esto es más común es en la edad preescolar. Como padres nos podemos sentir enojados, impotentes o apenados. 

Recuerda que los niños preescolares, al estar en una etapa egocéntrica, demandan y quieren todo, y lo quieren al momento. Los niños pequeños están en constante aprendizaje y descubrimiento del mundo que los rodea, ansían tomar el control y ser independientes, desean mostrar que son capaces de tomar sus propias decisiones y no pueden hacer frente a no obtener lo que quieren. 

Los berrinches se presentan normalmente cuando se le dice al pequeño que NO. Pero muchas veces, con tal de evitar esa escena, o por cansancio, se le concede lo que pide, pero esa no es la solución, y lo único que se logra es confundirlo, ya que piensa que con berrinches conseguirá todo.  

Este tipo de educación y mensajes contradictorios son peligrosos, y por eso, actualmente hay tantos jóvenes que no obedecen, que se frustran ante cualquier fracaso y que no respetan a los mayores. Muchos padres se sienten culpables por no dedicarle el tiempo necesario a sus hijos (debido al trabajo) y creen que la mejor manera de compensarlos es dándoles y dejándoles hacer lo que quieren. Esto se puede corregir desde que son pequeños, y lo que se necesita es amor y disciplina (con amor y paciencia, no con gritos y golpes). Dale amor y poca disciplina y se formará un niño mimado; muéstrale poco tu amor y disciplínalo como si estuviera en el ejército, y se formará una persona amargada y resentida. 

El amor no es consentir, ni es darle todo lo que quiere el niño, ese no es amor de padre. Un padre que ama, a pesar de todo el dolor que pueda sentir en su corazón, corregirá (con amor) a su hijo cuando lo necesite. 

Para prevenir los berrinches es muy importante que enseñemos a los niños a: 

– Reconocer y darle un nombre a sus emociones (estoy enojado, triste, frustrado, etc.). 

– A esperar turnos, no le cumplas todos sus caprichos (los hace sentir merecedores de todo en el momento que quieren). 

– Anticipa las acciones que sabes que le molestan (si no le gusta taparse, dile “en 5 minutos salimos y nos tenemos que abrigar”). 

– Lo más importante es mantener la calma, que no vea que te desesperas, porque intentará retarte más. 

– Mantente firme, no te dejes llevar por la desesperación o por compasión. 

– Cuando son muy pequeños, rápidamente se les puede distraer con otra cosa. 

– Ignóralo, siempre y cuando no sea un berrinche en el cual se pueda causar daño. 

– Abrázalo, es una manera de contenerlo ante su agresión, él mismo se asusta de esa rabia que está sintiendo y con un abrazo se calmará (se sentirá seguro). 

– Una vez que termine el berrinche es importante que hables con él y le expliques lo que pasó y que de esa manera no conseguirá lo que quiere. 

– Si el berrinche es en casa, llévalo lejos de donde inicio el berrinche y solo obsérvalo. Si es en un lugar público, llévalo a un lugar donde puedan estar solos, como el baño o el coche, habla con él o ella y espera a que se calme. 

Para terminar, reitero la importancia de aceptar y darnos cuenta que los berrinches son una parte normal del desarrollo y crecimiento, es muy difícil lidiar con ellos, nos pueden impacientar y asustar, pero usando un método compuesto por amor, paciencia, entendimiento y empatía, ambos podrán superar esta etapa. 

¿Qué puede suceder durante el berrinche? 

A partir de los seis meses y bordeando el año, los bebés tienen a mano un recurso que aunque parezca duro, les resulta bastante efectivo para conseguir algo y atraer tu atención: el auto-golpearse. Si bien no se trata de una conducta especialmente frecuente, si un pequeño la descubre y prueba su efectividad, puede convertirse en una conducta difícil de manejar , el consejo es observar en forma metódica las conductas de los hijos y reparar de inmediato cuando aprecies cambios bruscos o actitudes extrañas, como es hacerse daño a sí mismo golpeándose la cabeza contra la muralla o la cuna, tirar de su pelo y morderse las uñas. 

Esta actitud agresiva consigo mismos no es necesariamente predictora de una enfermedad o anormalidad. “Una conducta tendiente a auto-dañarse no puede por sí sola dar pie para sospechar una patología. Es importante que observes si tiene relación con otro tipo de cosas, y que anotes la frecuencia y el contexto en que ocurren”. 

Lo más probable es que se trate de una “estrategia” para llamar tu atención y así lograr la satisfacción total de sus demandas que si obtuvo una vez una satisfacción con estas actitudes agresivas, ocupará este recurso nuevamente para captar tu atención y así se estará “germinando” las futuras rabietas o pataletas. 

Pero, ¿por qué lo hace?. Hay pequeños que se frustran mucho cuando no logran expresar lo que están sintiendo en un momento determinado, como rabia o enojo y para ser tomados en cuenta llegan a estas conductas extremas. 

“En el fondo el morderse, tirarse el pelo o golpearse la cabeza son síntomas de ansiedad, de no poder manejar su angustia o enojo” 

¿Cómo manejar la situación? 

Lo importante es que evites que estas conductas autodestructoras se transformen en un hábito, ya que evidentemente le producen daño. 

Trata de proporcionarle al niño un ambiente rodeado de respeto, estimulación, cariño y atención, estarás colaborando con su desarrollo normal, evitando de paso estos episodios de angustia y ansiedad. Si tu bebe ve que se le escucha y acoge, entonces sentirá que no es necesario llegar al extremo de auto-golpearse para captar la atención de quienes más quiere. 

¿Cómo reaccionar cuando se está autogolpeando? Lo primero, es que la madre o el padre no se angustie frente al pequeño, “porque eso le transmitirá más angustia al niño”. Una buena opción es  contenerlo de los golpes con actitudes cariñosas pero no dramáticas, como por ejemplo, darle masajes y relajarlo. “La idea es traspasarle tranquilidad y hacerlo pensar en otra cosa”. 

Se recomienda no desatender al pequeño y hacer caso omiso de su actitud agresiva, ya que “podría ser peor. El pequeño por algo se está haciendo daño y si los padres reaccionan con indiferencia podría aumentar su sensación de inseguridad y se sentirá aún más desprotegido frente a algo que está sintiendo y que no puede expresar” y si el niño no es acogido en estos momentos de crisis, incluso podría darse golpes cada vez más fuertes. 

Además, aunque los golpes contra sí mismos podrían ser la antesala de futuras “pataletas”, la reacción de los padres debe ser distinta. Con una rabieta, los mayores pueden reaccionar indiferentemente, “pero no se puede actuar así cuando el niño tiene una conducta autoagresiva, que en el fondo significa ¡mamá ven!”. 

En el entorno en que se desenvuelven los niños también puede influir en que manifiesten conductas autodestructoras, sin embargo, los padres deben estar atentos y darse cuenta que estas actitudes incluso podrían ser un llamado de atención para ellos mismos. 

“Si los pequeños están reaccionando así puede ser porque se estén defendiendo de algo o tal vez por su deseo de estabilizar a la familia, si se trata de un ambiente donde hay mucha agresividad o gritos”. 

 

Imagen de Guía Infantil.