Juego y familia.

Cuando hablamos de jugar solemos tener dos visiones del asunto. Entretenimiento e infancia. ¿Cuántas veces no habremos escuchado la frase “Deja de jugar, estas perdiendo el tiempo” o “Te la pasas jugando” como si el hecho de jugar fuera un mero pasatiempo ideado para que los niños, y no los adultos, se enfrenten al tiempo y al aburrimiento. Con la finalidad de que encuentren alguna actividad que los entretenga día a día hasta que la edad frene esta necesidad y la etapa de jugar se termine por completo.

Es curioso, como los adultos miramos a los pequeños jugar con una sonrisa. Será por que cuando pensamos en nuestra infancia, siempre la recordamos igual. Jugando y nada más.

El juego es una parte fundamental de los seres humanos, y no de los niños, como quisiera creerse.  El Dr. Stuart Brown, neuropsicologo y especialista en el estudio del juego. Fundamenta que es un fenómeno tan natural como dormir. No existe ser humano que no haya jugado, y si lo hay, seguramente se desarrollo en un ambiente lleno de estrés tóxico lo que provocó que se convirtiera en un ser antisocial, violento, sin creatividad, lenguaje, o incluso autoestima. Un ser incapaz de enfrentarse y adaptarse al mundo que le rodea.

El juego es tan importante que existe hoy el Instituto Nacional para Juego, una organización formada por sociólogos, psicólogos, neuropsicólogos, etc. Dedicados a investigar y experimentar los beneficios de esta actividad en los seres humanos a nivel cerebral, emocional y social.

La palabra juego abarca un sin fin de concepciones, y Peter Gray, del instituto Nacional para el Juego, lo define como una actividad que es auto escogida y auto dirigida, motivada de forma intrínseca, guiada por reglas mentales, es imaginativa y conducida en una activa alerta en un estado de no estrés de la mente.

Los juegos y la educación podrían ir de la mano. Ya que los dos están diseñados para crear un espacio o mundo complejo y convincente sobre un problema, en donde los jugadores llegan a comprender o solucionar a través de una exploración auto dirigida.

Por eso, el juego en casa es sumamente importante. Es necesario ofrecer este tipo de escenarios ricos en complejidad y disfrute en los que los pequeños se enfrenten al mundo de una forma simulada y contenida. Una compañera de trabajo siempre dice que ella aprendió a conocer a sus padres jugando. Descubrió que a su papá no le gustaba perder y que le gustaba planear sus acciones. Siempre realizaba los movimientos adecuados para ganar cuando jugaban dominó y cuando jugaban futbol, baloncesto o “adivínalo con mímica” generaba un plan basado en estrategias concretas para ganar con éxito. Reconoció que su madre tiene mucha suerte y que disfruta de jugar sin pelear debido a que cuando jugaban juntos en familia al manotazo y había conflictos entre sus hermanos ella siembre promovía la conciliación para poder continuar jugando.

Nos gusta esta analogía por que realmente nos da la idea de la trascendencia del juego en familia. Aprendemos a adaptarnos, nos conocemos, manejamos emociones, existe gratificación retardada, aprendemos de nuestros errores, nos autorregulamos, seguimos reglas e instrucciones, pero sobre todo al amor y la confianza aumenta exponencialmente. Nos da pertenencia y nos sentimos seguros dentro de este núcleo familiar.

Hemos observado que muchos padres de familia creen que no saben como jugar con sus pequeños. Les hacen falta ideas de actividades y muy frecuentemente recurren a la televisión, tabletas o videojuegos para solucionar el problema. Se les olvida que no necesitan de juguetes caros y tiempo excesivo para generar ambientes ricos que provoquen un desarrollo cerebral sano en sus pequeños.

¡Ellos ya tienen lo que se necesita! Con un cuento, una canción, un juego de mesa o simplemente con utilizando materiales de casa.