Todos sentados en la mesa…¿cuál es el beneficio?

 

La hora de la comida suele ser un desafío para muchos padres, quienes constantemente luchan por motivar a sus hijos a comer adecuadamente. Expresiones como «Siéntate bien», «Tres bocados más» o «Nadie se levanta de la mesa hasta que termines» a menudo resultan ineficaces en el intento de fomentar una alimentación saludable en los más pequeños.

En nuestra labor con diversas familias, hemos identificado un factor común en situaciones en las que los niños presentan dificultades para alimentarse: la falta de un ambiente de comida compartido. ¿Qué significa esto? En muchos casos, los adultos no comen con los niños, ni en la misma mesa, ni al mismo tiempo.

¿Recuerdas la expresión «Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra»? Esta máxima cobra especial relevancia en el contexto de la alimentación infantil. ¿Cómo podemos esperar que los niños coman de manera adecuada si no nos ven a nosotros disfrutando de una variedad de alimentos nutritivos?

Es esencial que los más pequeños observen cómo los adultos disfrutan de una diversidad de alimentos como brócoli, pollo, carne, espinacas, mango, plátano, pasta, entre otros, de manera natural y sin presiones.

Asimismo, la comida que se sirve a los adultos tiende a ser más atractiva, presentando una amplia gama de olores, texturas y sabores. ¿Quién no se sentiría tentado ante un plato de comida con colores y olores intensos? Lo mismo ocurre con los niños. Cuando la hora de la comida se convierte en una experiencia rica en estímulos sensoriales, los niños la integran de forma natural y fluida, evitando así complicaciones.

Por otro lado, es crucial ofrecer alimentos que sean manipulables con las manos y los dedos, lo que les permite a los niños explorar y probar libremente los alimentos. A pesar de que esto puede resultar en que el niño se ensucie, esta interacción táctil es fundamental para que el niño se familiarice y se integre de manera natural con la comida.

Imagina que te invitan a comer en casa de tu madre o tu suegra, quienes han estado todo el día alardeando sobre una sopa de verduras especial, una receta secreta de la familia. ¿Qué imagen te viene a la mente? Trozos de verduras, un caldo rojizo o blanquecino, un aroma intenso y salado, ¿está caliente o tibia? ¿Ya lo has visualizado?

Ahora, al sentarte a la mesa, descubres que solo hay un lugar preparado, y tu madre o suegra saca de un tupper un licuado espeso de color naranja con una cuchara, diciéndote amablemente: «Prueba esto, está delicioso». ¿Cuál sería tu reacción? ¿Te lo comerías?

Esta situación refleja lo que experimentan los niños día tras día en sus comidas.

Recuerda, si deseas abordar problemas relacionados con la alimentación o prevenirlos, es fundamental convertir la hora de la comida en un momento compartido, familiar y natural.